Un día como cualquier otro amanecí con ganas de pasear en los rieles. Caminé hasta la estación del tren más próxima, y una vez allí compre un boleto de abordaje. Realmente no sabía adonde iba, sólo quería dar una vuelta en el tren para disipar la tensión de unos días que no deseaba recordar. Fumaba un cigarrillo, mientras veía como el humo se desvanecía en el aire, a la espera de abordar el vagón que me llevaría a algún destino hasta ese momento desconocido. Cuando al fin arribó a la estación el tan esperado tren, tome mi lugar enseguida, en la segunda fila a la derecha, asiento número dos. En el asiento número uno estabas tú, con tus cabellos como el oro y tus ojos como sol resplandeciente, quizás buscando algún sitio adonde ir, quizás tan pérdida como yo, quien sabe. Y el tren rodaba y rodaba, y hacia paradas, y ninguno de los dos de su asiento se paraba. Sólo íbamos perdidos hacia quién sabe dónde. De un momento a otro cruzamos palabras, y supe que en verdad estabas en las mismas que yo, andabas buscando tu verdad, y quizás más que eso. Y aunque nos bajamos en la última parada, seguimos en el tren buscando eso que se nos ha perdido.
ChaGuiTo!!
